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Cualquier organización, del tamaño que sea y actividad en la que desarrolle su actividad, dispone de un conocimiento.

Si definimos el Conocimiento Tácito como el conocimiento práctico, difícilmente parametrizable, basado en la experiencia o el “saber hacer” personal y definimos el Conocimiento Explícito como el que es parametrizable, comunicable a terceros, el que se puede poner en común y resulta asimilable (Nonaka), nos encontramos con gran parte del problema que presentan muchas organizaciones, especialmente las industriales y de tamaño pequeño o muy pequeño. Cualquier organización, del tamaño que sea y actividad en la que desarrolle su actividad, dispone de un conocimiento.

Muy posiblemente dispondrá, seguro, de un Conocimiento Tácito, centrado en la experiencia de años de actividad, focalizado en las personas más antiguas o en los encargados, maestros, etc. que son los depositarios de ese “saber hacer”. Pero qué sucede cuando la organización requiere cambios, cuando se enfrenta a situaciones nuevas, no vividas antes, nuevos procesos o materiales, nuevos requerimientos, etc. La experiencia, por propia definición, exige una experiencia previa y, por lo tanto, de poco servirá en estas situaciones. Si a lo anterior unimos la necesidad de cambio, incluso de urgencia en dicho cambio, unimos la presencia de nuevas personas en la organización y que han sido formadas en el Conocimiento Explícito y que, además serán más jóvenes.

El conflicto puede estar servido. La Gestión del Conocimiento, bien sea el Tácito, el Explícito, la combinación de ambos o la transformación de uno en otro, implica, en último extremo, aprovechar al máximo todo el conocimiento disponible, el asimilable, el que se pueda investigar o importar para, en definitiva generar más e incluso nuevo conocimiento que permita hacer frente a los cambios, problemas o necesidades de la organización. Para ello es necesario poner en marcha una metodología de acción en la organización y en las personas para lograr una buena combinación de los tres factores: Información, personas y tecnología. Pero será motivo de otro escrito, ya que ahora sólo quería llamar la atención de un fenómeno con el que habitualmente nos encontramos a la hora de trabajar en la Gestión del Conocimiento.

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